Por Javier Vargas. Grupo Reforma
Ciudad de México (10 abril 2004).- Para los hindúes, un mandala es el reflejo invertido de la síntesis principal del espacio y del tiempo, es decir, del mundo y las entidades que lo componen. Lo mismo refleja el tablero de ajedrez.
El mandala es un cuadrado subdividido en cuadros más pequeños, aunque también suele tener una forma circular. La mayoría consta de 64 casillas. Es un diagrama ritual relacionado con los atributos divinos. Según el simbolista Juan Eduardo Cirlot, coincide con la estructura de la Rueda del Universo y la del Calendario azteca. El sicoanalista Carl Jung utilizó entre sus discípulos imágenes mandálicas para consolidar el ser interior y favorecer la meditación a profundidad. Su contemplación inspira la serenidad y el orden.
Y en eso radica el simbolismo del tablero de ajedrez. Su esquema formado por cuadrados blancos y negros es la imagen del mundo en su dualismo fundamental, es decir, un mandala. Su condición geométrica expresa el espíritu; su extensión cuantitativa, la existencia. Según el historiador Titus Burckhard, "el bando blanco es el de la luz, el negro, el de las tinieblas." De ahí que cada adversario se considera un protagonista iluminado que combate a las fuerzas del mal.
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