sábado, 7 de julio de 2007

De Nueva Acrópolis

El ajedrez es el juego de la vida. Se trata de representar los conflictos entre la luz y la oscuridad.
El tablero blanquinegro simboliza la tensión alterna de todas las dualidades y complementos fundamentales manifestados; lo positivo y lo negativo, la noche y el día, el sol y la luna, etc.
Las 64 casillas se basan en el simbolismo cuádruple del 8x8, que es la forma fundamental del templo o ciudad y denota el Cosmos en todas sus posibilidades junto a las fuerzas que operan en el universo y el hombre.
El movimiento de las piezas significa la realización de todas las posibilidades en el mundo y en el individuo. La elección del movimiento es libre, pero pone en marcha una serie inexorable de efectos.
El Rey es el sol, el corazón, la ley y el orden. Sus movimientos están limitados por la manifestación.
La Reina es el espíritu, la que mueve a voluntad.
El alfil representa a los gobernantes del mundo espiritual y su movimiento se basa en el triángulo.
La torre representa el poder temporal, los gobernantes de este mundo, y su movimiento se basa en el cuadrado, el cual simboliza la materia, y el movimiento axial denota lo viril y masculino.
El caballo o iniciado utiliza el salto de la intuición, utilizando la vía de lo intelectual y lo devocional.
Los peones son hombres comunes que intentan atravesar en el tablero los 7 grados de iniciación que les permitirá alcanzar la octava casilla como meta del iniciado. Al alcanzar el octavo estado se recupera el paraíso y la facultad de moverse a voluntad.

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